“La justicia es un anacronismo, o no existe. Alguna noche, en alguna celda, apuntaré el hocico del revólver directo al corazón, que reviente EL HIJO DE LA CHINGADA junto con su ridícula esperanza de vivir para contarlo. No se cuenta lo que no se vive, se inventa. Y yo lo único que tengo contados son los días, habida cuenta de faltarme imaginación... pues la imaginación escupe a su fosa, luego se acaba de morir, en tanto el invento lucra con su propia muerte.”

Son las palabras con las que el autor se despide en este texto, una historia donde no hay una sola historia concluida,  noticias y casos sin resolver y un detective con su asistente tratando de develar estos misterios, ¿o será ocultarlos? Mientras la rubia de ojos verdes juega a jugar el juego del otro.

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Nada y todo está dicho porqué así son los medios de este juego escénico y “televisivo”, así es la noticia donde la constante será el interrogante: ¿en dónde estará la verdad?